Los secretos de correr cuesta arriba
No nos engañemos, correr cuesta arriba es muy duro: pero te hará ser más rápido. Pero si te gustaría correr por cualquier sitio y que una gran pendiente deje de ser un gran obstáculo para ti, tendrás que “escalar montañas” para conseguir tu objetivo.
Cuanto nos decidimos a correr cuesta arriba, la técnica y postura son muy importantes. Debes mantenerte derecho durante la cuesta, dirige y mueve tus brazos sin excederte. Puedes trabajar esto mediante series o repeticiones en colinas o grandes desniveles.
También son muy importantes tus brazos. Trata de mantener los brazos en movimiento ya que dirigirán a tus piernas cuando se está fatigando. Existe una mayor correlación entre el movimiento del brazo y la pierna de lo que la mayoría de corredores piensan.
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Entrena en diferentes terrenos y pendientes
Sube a todo tipo de colinas. Las carreras tienen cuestas de todas las formas y tamaños, por lo que es importante practicar en una gran variedad de terrenos y pendientes. Los entrenamientos en colinas más cortas te ayudarán con la potencia y la velocidad, mientras que los más largos aumentarán el umbral y la eficiencia del lactato.
Otra costumbre que suelo hacer, es entrenar en gradientes y terrenos similares a la carrera que tenga por objetivo, ya que son todos diferentes y cuanto más específico sea el entrenamiento, mejor.
También otro truco es mirar 10 metros más adelante cuando corres cuesta arriba, esto mantendrá tus caderas en la posición correcta y te ayudará a subir la pendiente.
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Algo importante que no podemos pasar por alto cuando subimos cuesta arriba es tener un core fuerte. Cuando corres cuesta arriba, como anteriormente hemos dicho, tanto los brazos como las piernas son instrumentales, por lo que un core fuerte te permitirá lograr tu mayor rendimiento.
Así como entrenas tus piernas para la resistencia, tus brazos también necesitarán ser más fuertes, ya que la acción repetitiva, si se realiza correctamente, puede ser bastante agotador. En realidad, debería ser agotador y si tus brazos no están cansados, no los estás haciendo correctamente.
Por último, debes aprender a amar las colinas. Encuentra una razón para entrenarlas, no tienes que amar el acto de correr cuesta arriba en sí, sino el descenso, las vistas que hay cuando subes o la satisfacción de otra cumbre conquistada.
Encuentra una razón para disfrutarlas y tus carreras se volverán un poco más fáciles.