Decir que no

saber decir que no

Estos son dos ejemplos bastante extremos, pero creo que todos somos culpables de buscar las respuestas que queremos escuchar en lugar de lo que sabemos que es verdad.

Nos fijamos grandes objetivos sin darnos suficiente tiempo para lograrlos y sin poder conseguir el nivel necesario para hacerlo.

Basamos nuestros objetivos en lo que creemos que “suena bien” y en lo que otras personas están consiguiendo en vez de reflexionar sobre nosotros mismos y saber cómo estamos y en lo que podemos lograr con el tiempo y las herramientas que tenemos disponibles.

Si no quieres correr más de dos veces a la semana, está bien. Corre dos veces por semana y disfrútalo. Nadie está aquí para decirte que tienes que correr cuatro, cinco, seis veces a la semana si no quieres.

Pero debes pensar en lo que quiere en tu principal objetivo  y ser realista sobre lo que estarías dispuesto para conseguirlo.

El año pasado fue el primero después de un tiempo en que no pude correr ninguna carrera. Después de realizar grandes pruebas como el Medio Ironman, 101 km de Ronda o maratón de Málaga, este este año me lo he planteado de otra forma.

Lo primero he sido sincero conmigo mismo, y estoy siguiendo el consejo que no quería escuchar. NO voy hacer todas las carreras que me salgan durante el año.

Mis ritmos son mucho más lentos este año y mis carreras, por ahora, mucho más cortas,así es la vida en este momento. Pero he vuelto a disfrutar de la carrera, de la bicicleta o piscina.

No siento la necesidad de lograr bajar mis tiempos de carrera de forma inmediata o realizar ciertas carreras de prestigio para llamarme corredor y tampoco deberías tú hacerlo.

He perdido mucho por no saber decir que NO

En muchas ocasiones, no sabemos decir que no y nos dejamos llevar por situaciones, compromisos o “piques”; a veces es difícil negarse, porque si lo hacemos nos sentimos egoístas y tenemos miedo de que la otra persona se disguste, nos critique o nos deje en evidencia.

Pero a veces hay que saber decir no para ganar el respeto de uno mismo y de los que nos rodean. A parte que nuestro cuerpo lo agradecerá.

Otras veces el enemigo no está fuera, lo tenemos cerca, muy cerca, tan cerca que lo vemos todas las mañanas en el espejo.

En muchas ocasiones, los más exigentes somos nosotros mismos. Nuestro orgullo, obsesión o cabezonería nos puede llevar a la autodestrucción.

Por lo que nunca olvides, de donde vienes, donde estás y hacia dónde te llevará lo que estás haciendo. Olvídate de los demás y céntrate más en ti mismo.

“Hay que decir no a mil cosas para estar seguro de que no te estás equivocando o que intentas abarcar demasiado”

(Steve Jobs)

Te puede interesar:

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)